Hace ya cuatro años, la empresa en la que me embarqué de la mano de un buen amigo de la Universidad, nació con la idea de rastrear los contenidos en Internet que tuvieran interés para los departamentos de marketing de las organizaciones y ponérselos estructuraditos y bonitos delante de sus narices, haciéndoles llegar así de manera “semi-automática”, lo que en inglés se denomina pomposamente “consumer insights”, tan apreciados -presuntamente- por los desarrolladores de producto, los departamentos de i+d, etc.
Cuando los blogs no eran más que un formato incipiente, pero los foros (y la usenet) llevaba ya años bullendo con miles de personas alabando y criticando productos y servicios, la cantidad de conversaciones y anotaciones de interés para empresas, principalmente de tecnología, pero también de otros sectores, era ya enorme, y sin embargo, estas conversaciones tenían poca difusión. De hecho, las empresas siempre se sorprendían de ver la cantidad de comentarios que las mencionaban, puesto que normalmente Google dejaba fuera muchos de estos foros y comunidades online.
Pero los blogs lo han cambiado todo, porque al contrario que con los foros, la información gana ahora gran visibilidad en los buscadores, y además son amplificados por diferentes blogs (llegando así a diferentes audiencias), si estos consideran de interés la historia de turno.
Se plantea entonces un dilema: ¿han de tratar las empresas a los bloggers como consumidores, y a sus voces, como las voces de consumidores, o más bien como a medios de comunicación pequeñitos, con gran potencial de amplificación?