Por Mariano Mayer (Director General Dirección General de Emprendedores) Más allá de la moda y el hype, cada vez está más claro que el entrepreneurship va a jugar un rol muy importante en el mundo del trabajo del futuro, donde se van a reescribir las reglas de juego a partir de un nuevo modelo de colaboración y de diálogo entre el talento interno y el talento que trasciende los límites de las organizaciones.
Ello debido fundamentalmente a esta nueva “Revolución Industrial” que estamos viviendo en estos días, o “Second Age Machine” como la describen Erik Brynjolfsson and Andrew McAfee del MIT en su libro, generada principalmente a partir de la popularización de internet y la fenómeno de la digitalización.
Esta “revolución” pareciera estar acelerándose a partir del florecimiento de las tecnologías “exponenciales” (en terminología Singularity University), como la Impresión 3D, la Inteligencia Artificial, la Robótica, entre otras, que día a día desafían nuestra capacidad de asombro y amenazan con cambiar radicalmente el comercio, la industria, y nuestra vida en general.
En ese sentido, ha generado mucho ruido el ya famoso Informe de Frey & Osborne para Oxford, que estima que un 47% de los empleos corren el riesgo de ser reemplazados por máquinas en los próximos 15 años, por el temor a que esta vez, a diferencia de veces anteriores (como sucedió con la “destrucción creativa” de Schumpeter), no se llegue a tiempo a generar suficientes nuevos empleos o profesiones que reemplacen a los automatizados. Sobre todo en países donde existen todavía altos porcentajes de empleos de poco valor agregado y fácilmente reemplazables.
Algunos no comparten el temor, pero lo cierto es que esto va a poner a muchísima gente en la necesidad de reinventarse laboralmente, y de generar su propio empleo y, en la medida de lo posible, oportunidades de empleo para terceros también.
La pregunta obligada es ¿estamos preparados para ese futuro? ¿O necesitamos una revolución del capital humano que acompañe a la revolución tecnológica? ¿Cuáles son las herramientas, saberes y habilidades necesarias para reinventarse y adaptarse a esta nueva e imparable ola de cambios? ¿Cómo hacemos para incluir a todos y que nadie se quede afuera?
No tenemos muchas respuestas, pero lo que sí creemos, es que la “caja de herramientas” para el mercado de trabajo del futuro incluye ciertos conocimientos tecnológicos y técnicos pero, sobre todo, habilidades “blandas” o “socioemocionales” (como liderazgo, empatía, resiliencia, etc.), creatividad, y la capacidad de diseñar e implementar proyectos. En otras palabras, las competencias o capacidades y habilidades emprendedoras, donde cada uno tome las riendas de su proceso de aprendizaje y prefiere escuchar e intercambiar experiencias con mentors, endorsers, advisors y sus propios ecosistemas.
Esta necesidad de reconversión la tienen, además, las empresas y grandes organizaciones, que necesitan innovar para sobrevivir o prevalecer en este contexto de revolución tecnológica y cambio permanente (Kodak, Blockbuster, etc.). Y ello no solo para poder ser competitivas, sino también para poder empezar a dar pasos firmes hacia la “sustentabilidad”. Es decir, hacia un mayor equilibrio en la creación de valor económico, ambiental y social. En definitiva, las organizaciones deben tener un “propósito”, sobre todo a partir de la aparición de los millennials como principal fuerza laboral, para los cuales no es indiferente que una organización sea innovadora y tenga un propósito. Sino más bien todo lo contrario, es algo fundamental.
Uno podría pensar que esto es imposible, pero si empresas como General Electric han comenzado a implementarlo, y están incluso dispuestas a dejar de lado procesos establecidos en su momento por el gran Jack Welch, evidentemente la necesidad de adaptarse es inexorable. Incluso para una empresa como Google.
¿Cómo deberían innovar, entonces, las organizaciones? Modificando sus estructuras y procesos internos, y amigándose con el cambio, el riesgo, y las metodologías ágiles de desarrollo de proyectos, como Lean Startup y Design Thinking. Para ello necesitan, está claro, que sus empleados tengan las capacidades y habilidades emprendedoras mencionadas anteriormente.
Teniendo en cuenta la importancia del tema (y la magnitud del potencial problema), preparar el capital humano para el mundo del trabajo futuro debería ser una prioridad de todos los estados, sobre todo por el gran impacto que la desigualdad de capacidades puede tener en la equidad.
El problema es que salvo honrosas excepciones los sistemas educativos formales no están preparando a la gente para el mundo del trabajo del futuro. Existe un enorme déficit y desconexión en materia de Educación para el Trabajo.
Por eso es urgente realizar una verdadera Revolución Educativa en nuestras escuelas y universidades, incluyendo en las currículas estas capacidades y habilidades emprendedoras para el trabajo del futuro. En algunos lugares esto ya ha comenzado, aunque sea tímidamente.
Somos muy conscientes del debate que existe al respecto en América Latina (e incluso en los Estados Unidos), en el que algunos se preguntan si la enseñanza de las “habilidades no cognitivas" en nuestros países debe ser una prioridad, cuando todavía hay tantos que no adquieren las habilidades más duras, como por ejemplo la lectura y la comprensión de textos. Creemos que tiene todo el sentido, porque esas habilidades no son antagónicas sino complementarias.
El problema es qué hacemos mientras eso sucede, con todos los que ya pasaron, o se cayeron, o nunca entraron, al sistema educativo formal, y por lo tanto no van a poder acceder a esas capacidades y habilidades. Especialmente con los que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.
Debemos articular mecanismos que permitan (re)capacitarse y adquirir estas competencias emprendedoras a todas las personas en edad de trabajar, lo antes posible, para que puedan estar mejor preparados para el mundo del trabajo del futuro, y del presente.
En ese sentido, la Educación para el Siglo XXI, la Economía Creativa y el Emprendedorismo, son ejes fundamentales del Plan de Innovación de la Ciudad de Buenos Aires, actualmente en proceso de ejecución.
En el largo plazo, y como parte de la Revolución Educativa, el Ministerio de Educación de la Ciudad se encuentra trabajando en la Nueva Escuela Secundaria, que incluyó como materias obligatorias la educación tecnológica en 1ro y 2do año, y emprendedorismo en 3ro, 4to y 5to año.
Mientras eso sucede, desde la Dirección de Emprendedores del Ministerio de Desarrollo Económico hemos diseñado el Plan Buenos Aires Emprende, que entre otr0s programas (como el Aceleradoras, o el Mapa y la Agenda Emprendedora) incluye la Academia BA Emprende, un curso de capacidades y habilidades emprendedoras, abierto y gratuito, que se imparte en forma presencial en toda la Ciudad de Buenos Aires (todas las comunas), y que también cuenta con una versión online denominada la Academia Emprende (desarrollada con Acamica), a la cual se puede acceder desde cualquier dispositivo.
En el 2014 se anotaron más de 10.000 personas en la edición presencial, y de 30.000 en la edición online (version beta). En el 2015 hemos lanzado la nueva edición online, con más contenido y funcionalidades, ya que sumamos también la plataforma de Wormhole. Estamos recién arrancando pero los números son prometedores.
Además estamos haciendo una prueba piloto de la Academia para alumnos de 5to año del secundario, con muy buenos resultados por el momento (más de 3.000 chicos). Así como una edición de la “Academia en los Barrios”, para poblaciones vulnerables, con presencia hasta ahora en la Villa 21-24 y en la 1-11-14.
Por último, y muy interesante, se nos han acercado varias grandes corporaciones interesadas en que sus empleados y mandos medios también puedan acceder al curso de la Academia, como primer paso para transformarse en organizaciones innovadoras y sustentables, que a su vez establezcan puentes de innovación abierta con los emprendedores de afuera.
Se vienen tiempos de cambio, y para cambiar necesitamos ser emprendedores, porque son los emprendedores los que van a poder aprovechar las oportunidades y hacer frente a los desafíos que el futuro nos depare.
La buena noticia es todos podemos y debemos ser emprendedores, y por lo tanto más libres, más dueños de nuestra vida y nuestro destino. No quedan más excusas.