La óptica de Ray Kurzweil y su deseo de no envejecer y no morir me parecen bastante estúpidas.
Desde un punto de vista filosófico no puedo más que preguntarme la razón por la que alguien quisiera vivir para siempre. La certeza de la propia mortalidad le da significado a la vida.
Pero, más importante que eso, se suficiente de biología (sin ser un experto) como para comprender que nuestros organismos llevan billones de años de evolución basada en la caducidad, en tener un vencimiento. Si uno creyera completamente en la teoría del gen egoísta –que considera que las formas de vida más evolucionadas son poco más que transportes de genes que buscan perpetuarse a si mismos– la idea de la inmortalidad se lleva a las patadas con nuestra partícula de información biológica más ínfima: el ADN.
Kurzweil trabaja para Google quién, según la lectura de una parte de la prensa, piensa dedicarse a buscar la inmortalidad de la mano de Calico, una compañía financiada por Google y liderada por Arthur Levinson (ex CEO de Genetech y Presidente de la junta de accionistas de Apple).
Pero el Press Release de Google no habla de inmortalid sino de “Una visión a largo plazo sobre la salud y la biotecnología que (…) puede mejorar millones de vidas”.
Hace 100 años la expectativa de vida de un hombre blanco nacido en Estados Unidos era de 50 años. Hoy es de 76:
Ya sea visto como porcentaje de incremento o como cantidad de años que se ganan década contra década el aumento es mucho menor ahora de lo que fue durante las primeras 3 décadas del siglo XX.
La erradicación de las causas de muerte más comunes gracias a la vacunación y los antibióticos prolongaron la vida durante la primera mitad del siglo. Entre la década de los 60 y los 90 fue la lucha contra el tabaquismo, las mejoras en las condiciones laborales y la introducción del fitness quienes ayudaron a que vivamos más y mejor.
Si existiera una lucha seria en los Estados Unidos contra la obesidad, la diabetes y el sedentarismo podría llegar a incrementarse facilmente hasta los 79 años –para los hombres–. Y ni que hablar de causas, **ahem**, menos naturales de muerte como morir víctima de un disparo de arma de fuego.
La percepción general –impulsada por la prensa– es que los genes actúan como interruptores: si tenés n gen tus ojos son azules; m gen y te va a dar cáncer de colon. La verdad no es tan simple ni prolija. Por una parte ni siquiera comprendemos como funciona el genoma completo. Si, está todo secuenciado gracias a Craig Venter (personaje que, en algunos aspectos, podría ser el malo de una de James Bond). Tenemos el «mapa» pero en un 90% no sabemos para que sirve.
Por otro lado, las interacciones entre diferentes genes, las proteínas que codifican y la manera en que lo hacen tampoco ha sido elucidada cabalmente. Arrojemos a la mezcla la relación entre los genes, el organismo y los agentes externos (virus, polución, alimentación, etc.) y nos golpea la realidad de que tenemos solo algunas partes de un rompecabezas enormemente complejo.
Es por estas razones que la Biotecnología como disciplina aún no llegó a cumplir las expectativas del hype que se generó en los 90.
Volviendo a Calico, y con la poca información que todavía trascendió es interesante analizar lo que se puede esperar de ella desprendido del enfoque de Larry Page:
Una de las cosas que me parece sorprendente es que si se resolviera el cancer se sumarían alrededor de 3 años a la expectativa de vida de la gente.
Creemos que curar el cáncer es este logro enorme que cambiaría el mundo. Pero si se toma en perspectiva, si, hay muchos casos trágicos de Cáncer y es muy, muy triste pero en general no es un avance tan grande como podría creerse.
Hay una parte con la que puedo coincidir y otra que me parece potencialmente preocupante.
Algunas enfermedades tienen mejor prensa –y, por ende, dinero– que otras. Existe toda una maquinaria de mercadeo de fundaciones e institutos que busca poner sobre el tapete tal o cual dolencia. El cáncer, en sus múltiples formas, recibe millones de dólares de inversión para investigación. Del otro lado del espectro El Mal de Chagas o La enfermedad del sueño casuada por la mosca Tse-tse, por citar dos ejemplos, son investigados prácticamente a pura fuerza de voluntad.
El comentario también deja traslucir una enorme deshumanización de un problema enteramente humano. Es un análisis frío -suavizado con «muy, muy triste»- que me recuerda a algunas prácticas científicas de principios del siglo XX (si no saben a que me refiero, usen Google para buscarlo). Guardar tanta distancia, ser tan frío y analítico con algo así me produce algo de resquemor.
Si lo que Calico busca es ahondar en investigación básica que ayude a la ciencia como un todo puede llegar a ser un proyecto interesante y altruista. Lo que me preocupa de eso es que se trata de una compañía y no de una fundación. ¿Qué sucedería si hayan alguna ruta metabólica clave en la intermediación de alguna variedad de cáncer y deciden patentarla?
Eso mismo es ya un problema irresuelto resultante del proyecto del genoma humano: ¿Se pueden o se deben patentar genes? ¿Qué va suceder cuando «ayudar a mejorar la vida de millones de personas» se enfrente con «tenemos que hacer plata»? ¿Prevalecerá el desprestigiado «Do no evil»? Yo tengo mis dudas.
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Post invitado de Esteban Glas quién, de vez en cuando, también escribe en Redtácora.
5 respuestas en “Calico: la aventura de Google en ciencias médicas”
Lo que habria que buscar, es en todo caso eliminar las dificultades que presenta la vejez, y no el alargamiento de la vida. Quizás estaría bueno vivir 100 años y morir con un cuerpo como si tuvieras 25. Vivir mucho? no gracias.
Esto no daba escribirlo en el post así que lo dejo como una Post Data en forma de comentario.
El nombre Calico me recordó inmediatamente a -> http://www.calicoelectronico.com/
Me di cuenta que no era Mariano el que lo había escrito en el párrafo 2! ;) interesante Stevo, beso
Vos decís que Mariano quiere vivir para siempre? ;-)
[…] largo plazo de una manera significativa. Incluso las inversiones que hemos anunciado en cosas como Calico, mientras en números absolutos son cantidades significativas, no son números importantes para […]