Recuerdo un desayuno de hace pocos días con un entrepreneur en serio. No tiene muchos éxitos impresionantes detrás: uno muy grande, algunos otros más chicos. Pero es un tipo que labura. Mientras mojaba la medialuna en el café con leche, le pregunté:
- ¿Pforgué te pfhae´ce gue hay tan’o upi eos empfene’er?
- ¿Qué decís?– me repreguntó con mucha lógica.
Primero tragué la medialuna que tenía en la boca, y ahí sí, fui por mi segundo intento:
- ¿Por qué te parece que hay tantos groupies de los entrepreneurs?
- No sé– me dijo encogiéndose de hombros mientras jugaba con un montoncito de azucar que había caído del sobre-. Tal vez sea la fama, la sensación de pertencer, pero realmente no tengo la más remota idea. Sólo sé que hay mucha, pero muchísima gente que la encanta salir en la foto y no tengo idea del por qué.
Después seguimos hablando de otros bueyes digitales perdidos, pero el tema me quedó en la cabeza por un tiempo largo. Por eso es que, aprovechando la gentil invitación de Don Amartino a esta tribuna de doctrina tecnológica que es Denken Über, me pareció que era un gran tema para charlar en un post: ¿por qué hay tantos groupies de entrepreneur o para hacerlo más corto, entrepregroupies? ¿por qué hay una fascinación con aquel no que creó una empresa, sino con aquel que creó una empresa de un tema cool y luego la vendió?
Imaginemos, por ejemplo, al un entrepreneur como el señor Alfredo Coto. Porque no nos engañemos: Coto es un gran entrepreneur, pero lo más “lean” que conoció es uno de los lomos que se vendían en sus carnicerías. Y nadie le canta loas a Don Coto. Nadie lo invita a que de charlas sobre liderazgo, metodologías A/B o de creatividad combinatoria. Don Coto no es material de entrepregroupie. Sin embargo, hipsters que compiten a ver quién tiene el marco de anteojos más ancho o los pantalones más achupinados, están en las primeras filas del ecosistema, repartiendo maná intelectual en algunos casos, recibiéndolo en otros.
Por más que le de vuelta a la cosa, no le encuentro respuesta salvo una: los argentinos -y me incluyo- amamos “al que se salva”. El entrepreneur no es visto como un laburante, es visto como un tipo “que la pegó”, “que está hecho” o cualquiera de las expresiones que mas les gusten. En resumen: es como si a través de su inteligencia, hubiera logrado que el Quini saliera con el número que había comprado esa misma tarde. No admiramos su perseverancia o esfuerzo: admiramos “cómo la levantó”. Y como somos argentinos y no tenemos fé en el futuro, en el concepto de sueño americano o que con el trabajo duro finalmente conseguiremos el fruto de nuestros esfuerzos (el país nos ha dado ejemplos sobrados como para desconfiar, por otra parte), el concepto de “salvarse” es como un faro que nos guía a la próxima conferencia donde, con stickers con nuestros nombres y nuestros handlers de Twitter, repartiremos tarjetas de nuestro emprendimiento que nunca salió de nuestra cabeza.
Pero dentro de los entrepregroupies, existe otra categoría especial: el accelerator whore. Supongo que saben de qué les hablo: como si fueran una meretriz digital, el accelerator whore va pasando de aceleradora en aceleradora. Jamás factura. Jamás arma un modelo de negocio con alguna lógica. Pero una vez que la aceleradora A pisó el palito, la B ya se siente más confiada para entrar, lo que hace que la C entre seguro. Y con A, B y C adentro ¿cómo se va a quedar D afuera? Y así es cómo existen emprendimientos digitales que jamás han facturado un peso, no tienen un cliente, pero hace varios años que sobreviven gracias a la generosidad de las incubadoras que, por alguna razón, deciden apostar sólo porque el vecino también lo hizo,
Yo no soy entrepreneur: soy empleado y siempre lo fui. Tal vez por eso es que nunca me sentí parte del ecosistema. Soy amigo de algunos entrepreneurs, pero me caían bien de entrada y al tiempo me enteré que eran fundadores de empresas. También soy amigo de gente que intentó muchas veces y -con un empuje nuclear- volvió a intentar de nuevo.
En definitiva: ¿y vos qué hiciste? me dirán los entrepregoupies. Y mi respuesta es honesta: en verdad, no hice nada.
Pero tampoco hago papelones.
Por Ramiro Fernandez, Senior Director of Digital Media for MTV Latin America. Condenado a ser un early adopter; a quien pueden encontrar y deben seguir en @ramirofv
17 respuestas en “Entrepregroupies, accelerator whores y Steve Jobs de maceta.”
“Entrepregroupies”…WOW, soy 100% sincero y reconozco que jamás escuché el término; aunque ahora que lo pienso y analizo, en Twitter es posible encontrarse con varios de estos especímenes. No son de mi simpatía en absoluto; después de todo emprendedores somos todos los que día le ponemos el pecho a nuestra empresa (sea cual sea su envergadura) pensando en cómo podemos hacer para crecer, que proyectos nuevos pueden generarnos más ingresos. ¡Esa gente merece la pena ser seguida!, no la gente que -bien como dice la nota- “la re pegó” vendiendo su empresa y “se paró para todo el viaje”. Con esto que acabo de escribir, vuelvo a caer en el mismo lugar común (aunque suene quizá un poco drástico): el Argentino es VAGO y no le interesa en absoluto trabajar por el país.
Qué generalización más liviana Javier. Tal vez no sos un emprendedor como esos a los que se refiere Mariano o Ramiro, y nadie te está juzgando.
Hace un año yo hubiese estado de acuerdo con este post, y ojo, pienso exactamente lo mismo sobre los que andan primero en NXTP y después en Wayra..y después oh sorpresa, en Startup Chile! Y pienso “flaco, dale espacio a otro!”. Pero los emprendedores, obviamente van a buscar cómo poder sobrevivir.
Yo de hecho le dije a dos emprendedores el año pasado que mi opinión era que no pasaran por una de esas aceleradoras, que se iban a tener que adaptar a los tiempos de otros, que contactos ya tenían y que tenían que salir a hacer $.
Pero hay chicos que aunque tengan mucha garra, no tienen 10 años como emprendedores y no saben lo complejo de pensar en expandirse, hacer rentable la empresa y tienen muy metiditos los quotes de Steve Jobs o de Silicon Valley. Hasta te digo, es peligroso que no pasen por una aceleradora o programa así en donde los mentorean un poco. Peligroso para todos los demás.
No sé a qué te referís con “Tal vez no sos un emprendedor como esos a los que se refiere Mariano o Ramiro”; al respecto te pregunto ¿de qué tipo?. Me adelanto a responderte y te digo que soy el tipo de emprendedor que hizo algo hace tiempo ya, que tuve épocas mejores y otras peores y jamás pisé una aceleradora (lo cual no me hubiese disgustado pero por desinformación me daba exactamente igual). Si es por juzgar a alguien (expresión que me disgusta), opino que los “entrepregroupies” no suman en nada para el ecosistema emprendedor, lo cual me lleva a estar 100% de acuerdo con la nota.
Saludos.
Cuando decías que los argentinos no creemos en el futuro me acordé de una clase que tuve, en la cuál decían que el argentino no usa el futuro si no siempre el presente, no decimos mañana iré al cine, sino mañana voy al cine, y así en general. El articulo muy bueno, pero yo me colgué con esto perdón.
Hola, voy a confesar que lo primero que me atrapó de toda ésta movida fueron todos esos espejitos de colores. Al poco tiempo la realidad me pateó la cabeza y caí a la tierra (cosa que agradezco). Lo segundo que me atrapó fué lo emocionante de llevar adelante una startup (validar la idea, armar el equipo, buscar recursos mientras trabajo en relación de dependencia, que no está muy bien visto en el “ecosistema”).
Más tarde empecé a ver lo que hablás en el post, cuando le preguntaba a algunos emprendedores en incubadoras si eran rentables, nunca me respondían!, ¿será porque no es su objetivo?
Igualmente, el que puede desarrollar su proyecto y venderlo, merece todo mi respeto y admiración, porque no me parece que sea una tarea fácil ni rápida. Y mucho menos acá en Argentina, sin la ayuda del gobierno, ni los bancos, ni del ecosistema (que en mi opinión no existe).
Me pregunto, ¿está mal que alguien pase por la incubadora A, B, C y D?, ¿Esas incubadoras son inocentes organizaciones que no saben a quien eligen?, ¿hay que tener 50 años de edad y 10 empresas exitosas para entrar en una incubadora?, ¿tengo que nacer con varios éxitos para poder llamarme emprendedor?
Ojalá que entre bloggers, prensa, incubadoras, gobierno, bancos, etc., se pueda armar un ecosistema real, porque hay mucha gente con muchas ganas de trabajar acá!
Los entrepregroupies son los que siguen a ese.. al que el Quini salio con el número que había comprado esa misma tarde.
Lo decía más arriba, al argentino no le gusta laburar, le gusta la plata fácil.
@javier
y ahora resulta que podes calificar a todos los argentinos al mismo tiempo con una frase bastante pelotuda :)
No fue la intención generalizar, quizá fui muy drástico. Perdón si alguien se sintió ofendido. Saludos :)
Adhiero a la idea del autor. Es más, pienso que en el mundo real, no se trata de ideas cool, sino de estar al lado de la persona adecuada en el momento justo y ser un conector para cubrir una necesidad concreta (sea de mercado o meramente personal o financiera). Hay mucho de azar en el asunto. Las incubadoras, por supuesto, son buenas, como ir a la Universidad, plus, ingeniosas herramientas de financiamiento. Pero los grandes flujos de capital van por otro lado.
Exactamente Javier, a eso me refería..esa frase de “los argentinos son todos vagos” es como dice Mariano..una frase pelotuda. Yo lo dije politemente “generalización liviana” y usé un ejemplo con lo de que clase de emprendedor sos (acerca de lo cual no sé, y aunque me interese..nunca lo voy a saber)
Saludos
Entiendo Magdalena, ya más arriba le contestaba a Mariano, fui un poco drástico quizá. Ofrecí mis disculpas (las cuales hago extensivas a vos si te molestó). ¡No entiendo por qué no podrías saber nunca que clase de emprendedor soy!; supongo que no te interesa, pero si alguna vez cambias de parecer en Mendoza tenemos un par de conocidos en común que si lo saben. Igual también estoy para que me lo preguntes vos, soy siempre materia dispuesta para hablar con la gente e intercambiar experiencias, con mucha más razón si es acerca de lo que tanto me gusta: emprender. ¡Saludos!
Soy entrepregoupie. Admiro el trabajo de Steve Jobs desde que use mi primer Mac, en el año 92. Conocía su historia de antes pero no la entendí hasta usar su producto icónico. Devoré su primer biografía, Insanely Great de Steven Levy, que recomiendo por sobre la última. El tipo vio que podía cambiar el mundo haciendo un producto tecnológico sin igual. Se asoció con el genio, construyeron la empresa, el resto es historia. Los gurúes locales tendrán lo suyo. Muchos son guías para los que sabemos menos. Otros son guías para los que la tecnología es magia negra, y les hacen más sencillo entender el mundo. Seamos menos críticos y bien-vengamos la difusión de conocimiento. Aunque genere humo en algunos sectores, no se si puede ser malo para el resto que vemos en estos pequeños íconos del que se atrevió y encontró la manera de cambiar el mundo. Lo de la foto no lo entiendo, pero será la manera de robarle un poco de polvo de estrellas al que vio más allá. En una de esas es contagioso.
Para los entrepregroupies tengo una teoría muy personal: ponemos en esos gurúes exitosos el ansia de haber hecho lo mismo. No todo el mundo es feliz en su trabajo, ni se levanta día a día para hacer lo que le apasiona. Sea por falta de ideas, recursos, iniciativa, elección de vida, no todos quieren activar el gen emprendedor. Tampoco son muchos los que la pegan, en el buen sentido de la palabra, ofreciendo el producto o servicio que el mercado necesitaba en el momento indicado. Nos proyectamos, decía, sobre los que se lanzaron a hacer realidad el sueño y les fue bien. Es como ir al cine y ver que todo es posible cuando uno se animas a mas, pepsi en la mano y sonrisa de triunfo en la cara. Y a los que les fue mal los usamos de parámetro para sentirnos cómodos con la idea de que conservamos nuestro trabajo y el sueldo no dejó de subir y tenemos vacaciones pagas y licencias por maternidad.
Emprendedor o empleado, como el amigo Ramiro, son elecciones personales que nadie puede juzgar. Tengo 37 años y una carrera hecha con la que me siento muy satisfecho. Si hubiera sabido lo que se sufre siendo emprendedor cuando tenia la comodidad de mi sueldo a fin de mes me lo hubiera pensado dos veces. Pero a la tercera me hubiera animado, es más fuerte que yo. Y aunque emprendedor, sigo siendo empleado, solo que de mi propia empresa, con el adicional de que bien o mal tengo que velar porque esa empresa crezca, genere ingresos, devuelva valor a los inversionistas y aporte algo a la sociedad. Espero seguir en esta situación durante muchísimo tiempo, pero no quita que el día de mañana pueda ser empleado nuevamente, ya sea porque el destino llevo a nuestra empresa a ser adquirida por otros o porque un buen día descubrimos que hay que firmar la derrota, bajar la cortina y buscar un trabajo rentado.
Ahí es donde valora a las incubadoras y programas de incentivo gubernamental. Todo el que haya iniciado una empresa que requiera una inversión de capital en investigación y desarrollo en Argentina puede decir lo mismo: hasta hace 2 años conseguir capital era prácticamente imposible. La condición única y necesaria, en el rubro internet, era implementar un copycat regional de una empresa americana con modelo probado e ingresos asegurados con el fin inmediato de ser vendida a la empresa original en cuanto esta decidiera expandir sus operaciones en latinoamérica. Sin lugar a dudas un modelo justificable para inversionistas locales pero que generaba poco margen para ideas alternativas o de menor envergadura. Las incubadoras cubren esa necesidad al dar el capital inicial para probar una idea en el mercado regional, si funciona fantástico, si no funciona hay otras 25 oportunidades que pueden devolverle la inversión de riesgo a los pequeños ángeles o corporaciones que las fondean. Porque, como alguien bien dijo, no son obras de caridad. Las incubadoras son negocios, con inversores detrás que les exigen éxitos y les recriminan los fracasos. Pero nadie anda preguntándoles cuantos éxitos pueden demostrar en su cartera de incubadas. Porque se sabe que son inversiones a más largo plazo. La pregunta llegará, pero esperemos que sea dentro de 3o 4 años cuando realmente se pueda apreciar el valor de lo sembrado por ellas.
Y del lado de los emprendimientos que las utilizan para financiarse… ¿cual es el problema? Es como decir “ya tengo un inversor, ¿para que necesito otro?”. La respuesta es tan simple como:
1. Cada nuevo inversor (rubro dentro del cual se inscriben las incubadoras) aporta algo distinto. En el caso de NXTP la experiencia del que ha emprendido, en el caso de Wayra la experiencia del lado de la corporación. En el caso de los inversores ángel, su conocimiento del mercado y su in-va-lua-ble experiencia vital.
2. Cada aporte de capital a la empresa le suma posibilidades de alcanzar el éxtio, ya sea dándole más tiempo para probar su producto o servicio, o expandiendo su capital para acelerar la penetración de mercado, soportar el cash flow del crecimiento o encontrarle la vuelta al modelo
3. Las incubadoras locales son eso, incubadoras que ayudan a la creatura a terminar de nacer. No son aceleradoras en el estricto sentido de la palabra donde toman un proyecto exitoso funcionando y lo potencian (aunque si hay de esos casos y les ha ido muy bien), sino que por la pura realidad del mercado donde esos proyectos son bien escasos, toman empresas nacientes con modelos aun no del todo probados y las incuban para que aprendan a caminar y las lanzan al mercado a que prueben suerte.
Y esto es algo que debiera ser muy bienvenido por todos los miembros de la comunidad, ya sean emprendedores, inversores, proveedores de servicios, opinadores y amplio etcétera. Que se le está dando la oportunidad a empresas que 2 años atrás no hubieran soñado con existir más allá de un proyecto alternativo a un trabajo de 9 a 6 es destacable. E imitable.
Soy Accelerator Whore. En el caso particular de nuestra empresa compramos tiempo y experiencia. En la primera nos inscribimos, en la segunda nos invitaron a participar. Con Chile iniciamos la experiencia internacional. Con un producto dentro de una industria que está naciendo y donde nadie en el mundo aún dio con el modelo perfecto, el tiempo de permanencia es lo más eficiente para que los distintos engranajes se acomoden y el potencial de la empresa termine de desarrollarse. No es tarea fácil ya que la industria está muy acostumbrada a comportarse de una manera y la tendencia es que hoy tengan que empezar a ceder terreno en áreas que antes controlaban de manera unilateral. Al punto que sobrepasando la propia ignorancia en materia comercial, la ineficiencia operativa del que recién empieza, y la insolencia de mostrarle a una industria establecida lo que no quieren ver, con la paciencia de la araña finalmente estemos viendo este año el fruto de lo sembrado con los primeros contratos e ingresos de fondos.
Finalizo con un dato: no he visto una sola empresa incubada donde los fundadores no trabajen 14 horas diarias para salir adelante. Muchos con familias, dejando la comodidad del sueldo y el futuro asegurado para animarse a hacer realidad su propia empresa. No los critiquemos. Si se convierte en gurúes, aunque sea de los falsos, no les tiremos piedras, es como apedrear actores por sacarles una sonrisa al público imitando la vida en el cine de barrio. Midamos el éxito de la empresas por la cantidad de empleos que pudieron generar, por su aporte a que el mundo sea un poquito mejor con su paso y las puertas que le abrieron a los que vienen detrás. Alguno de ellos, seguro que cambia el mundo en serio.
Juan
todo bien con tu comentario pero “Finalizo con un dato: no he visto una sola empresa incubada donde los fundadores no trabajen 14 horas diarias para salir adelante. Muchos con familias, dejando la comodidad del sueldo y el futuro asegurado para animarse a hacer realidad su propia empresa. No los critiquemos.” es tan generalizador como el que dijo qeu los argentinos son vagos.
Estuve en al menos 4 aceleradoras difererentes como jurados y en un estuve en al menos 5 países viendo emprendedores; no solo hay gente que trabaja 14 horas sino que hay gente que una vez uqe entra se rasca el higo… esa idea de que los emprendedores son todos buenos tipos laburando por el bien social es simpelemnte ridiculo :)
Y la idea de “no criticarlos” muestra, cuando menos, una doble-moral ¿se puede criticar todo pero no a un emprendedor? ¿que mejor que una critica bien hecha y con buena leche para ayudarlos a entender que pueden estar equivocados o que hay cosas que se pueden mejorar?
Siempre digo lo mismo; aplaudimos cuando un blog grande critica a Facebook o lo que sea pero aca no porque “hay que cuidarlos”.. cuando alguien es grande se banca las criticas y las internaliza para mejorar o es un nabo.
saludos
Mariano, al contrario, opino lo mismo que vos, critiquemos sin piedad cuando sea justo y necesario, solo daba mi punto de vista especificamente sobre los emprendedores que conoci en estas 2 incubadoras que menciono. Otro cantar es StartupChile, donde hay muchos y la propia organizacion y comunidad estan intentando que la cosa mejore. Pero si sabes de algun emprendedor incubado en Argentina que se rasque el higo avisanos y te ayudo a prender el fuego de la hoguera
@Juan
no lo tomes a mal, no creo que sea mi lugar y menos el tuyo “incendiar” a nadie.
Estamos en una cultura de burbujitas de felicidad donde el emprendedor se lo compara con Alexander Flemming y no es así; ni todos los emprendedores son iguales ni todos los inversores son iguales.
Y vi a muchos emprendedores jugarla de ganadores cuando en realidad deberían jugarla de trabajadores; despues aparecen las notas de “remordimiento” como hoy en TechCrunch… en fin toda generalizacion es mala y hace mal al ecosistema
Gran comentario de Juan :-)