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La Dopamina de Un Mundo Feliz

Muchos de los que estamos en tecnología y leemos ciencia ficción imaginamos que 1984 era lo que representaba el peligro de una sociedad conectada, una sociedad controlada por un Gran Hermano: nos enfocamos tanto en eso que nunca vimos a la “economía de la atención” y la “cultura de la dopamina” llevarnos a la utopía de Un mundo feliz.

En Un mundo feliz el control de masas se da a través del placer y la manipulación genética; más allá del espacio de las castas condicionadas para aceptar su lugar a todos se les mantiene satisfechos mediante el consumo de una droga llamada “soma“.

El “soma” les permite escapar de cualquier tipo de disconformidad o dolor; la felicidad superficial y la estabilidad social se logran a costa de la libertad individual y el pensamiento crítico… literalmente el efecto del endless scroll en nuestro cerebro.