Desde la decisión de Ballmer de salir de su puesto de CEO de Microsoft no paro de leer opiniones sobre su éxito, su fracaso, su mediocricidad, su excelencia y tantas otras cosas escritas que no tiene sentido.
Creer que existe “El Buen CEO” como una entidad casi divina que es capaz de transformar una empresa, creando nuevos mercados y reimaginando industrias es casi tan ridículo que lo calificaría de realismo mágico… o sobredosis de Jobs, la película :)