Por Santiago Pochat.
Me resulta increíblemente difícil acercarme al tema Cuevana sin enojarme sobremanera. No me enojo como hace algunos años cuando me enojaba haciendo berrinches, pataleando y puteando a viva. Estoy enojado ya que todo el tema convirtió a una sarta de ignorantes en un caso de estudio de lo que es el efecto Dunning-Kruger. Me pregunto por qué.
Ubi mel ibi apes
El argumento fácil para justificar el éxito de sitios como el previamente mencionado (voy a generalizar otra vez, lero lero) es simplificar el hecho de el acceso gratis a contenido que de otra manera sería pago. Básicamente nos tratan de tacaños y nosotros nos defendemos como pobres. Pobres pero intelectuales, claro. En mi vida vi tanta gente debatir en blanco y negro sobre un tema que es tan gris.
La realidad de las cosas no nos deja ver que la necesidad de reformar el sistema de distribución, a pesar de ser urgente y necesaria esta siendo mal encarada en países que sufren el vestigio de un retraso cultural y un deseo de pertenecer a algo mas grande que ellos. En vez de luchar desde el lado de la promoción y la innovación se depende mucho de esfuerzos por quebrar el sistema en vez de mejorarlo. Al final nos parecemos a nuestros políticos que en vez de incentivarnos a crecer buscan “protegernos” mediante subsidios y restricciones que no hacen más que aislarnos tanto de la realidad como del mundo en general.
La innovación, a pesar de por definición ser disruptiva, no debería ser contraria al avance ordinario del orden normal. A pesar de que la sociedad y la cultura (o sus métodos de distribución) avancen mas lento que las leyes que lo regulan es importante que se siga la normativa en pos del avance. No significa que las leyes sean perfectas o que estén preparadas para avanzar, pero nadie jamás habla sobre como influir sobre el proceso o que están haciendo para cambiar el statu quo y eso es lo que más bronca me da.
Me hace acordar a esta situación en la cual en vez de debatir si se había cometido un acto ilegal o no debatíamos si la ley estaba bien o mal. Dura lex, sed lex.
Principiis obsta
Me voy a tomar un momento para revisitar el origen de lo que hoy conocemos como la ley de copyright (a pesar de que no haya una sola y que en español sea más complejo hablar de propiedad intelectual). En fin, a pesar que desde hace rato existen distintas protecciones a la creación de obras (porque la ley de copyright no protege ideas), el primer ejemplo concreto de un dictamen generado por el estado, en este caso Inglaterra conocido como el “Estatuto de Ana”. Básicamente, rompía con la una reglamentación anterior que proveía de propiedad ad infinitum a las imprentas que ya de por si eran un monopolio y traspasaba los derechos a los autores. Después de 14 o 21 años las obras, literarias en este caso se convertirían en parte del domino público.
Los autores podían licenciar estos derechos de publicación haciéndolos efectivamente los dueños de sus obras. Este estatuto evoluciona e involuciona varias veces hasta convertirse en lo que hoy nosotros entendemos como copyright. Corporaciones gigantescas, son dueñas de los derechos de publicación, reproducción y reutilización de las obras que les son cedidas. Más aún, la mayoría de estos conglomerados ahora las producen por lo cual son dueños íntegros de las obras más allá de su formato.
Pero suficiente sobre ellos. Hablemos sobre nosotros. Hablemos sobre nuestra dicotomía argumentativa. Lo libre no necesariamente es gratuito.
“Free software is a matter of liberty, not price. To understand the concept, you should think of free as in free speech, not as in free beer.” – Richard Stallman
Parte del problema es que la mayoría de nuestros argumentos replican otros que son anglosajones así que cortesía de la educación que pagó mi madre por 20 años, aquí la clase de inglés y una moraleja antes de seguir con nuestra historia.
- free |frē| – not under the control or in the power of another; able to act or be done as one wishes
- free |frē| – given or available without charge
Constantemente confundimos, o hacemos de cuenta, que lo gratis y lo libre son términos intercambiables cuando no lo son. Basta de mentirnos entre nosotros. Yo también descargo y comparto, pero por lo menos lo digo bien claro.
Habent sua fata libelli
La mayor parte del entendimiento humano y su razonamiento pasan directamente por construcciones que hacemos como sociedad, a veces entendidas como cultura y otras que ya pasan a considerarse sentido común. El sentido de propiedad es una de estas asociaciones libres que constituimos en un esfuerzo para organizar las relaciones societarias. De la misma manera fabricamos el concepto de intercambio y le asignamos un valor (o función) a las cosas.
Pero no me quiero distraer de mi punto, el clave, en este debate. Desde Latinoamérica en general se cuenta con una ventaja en la discusión sobre porque se infringe tanto el copyright y porque sitios como Cuevana son tan populares. Hay un vacío, tanto legal como de varios otros tipos, como cultural y técnico, que permite justificar nuestras actividades…ilegales.
El contenido no llega. No nos llega o llega tarde y nos sale caro. Es un negoción y nos están cagando. Para que voy a esperar 6 meses para ver una serie que me van a spoilear en 1 día y puedo bajar en 20 minutos. GRATIS. Yo no se ustedes, pero no me cierra.
Tienen razón, nos están cagando. Y si, podrían evitarlo pero les conviene mas pelearse y dar de baja sitios que mejorar como funciona el sistema porque hasta el día de hoy les funciona a ellos y no les importa quien compra mientras compren.
Escuché a Tomás Escobar, fundador de Cuevana (sobre el cual voy a hablar brevemente a continuación), decir que la sociedad no tiene que adaptarse a las leyes sino que las leyes adaptarse a la sociedad y lamento decir que no podría estar mas equivocado. La naturaleza del la democracia indirecta indica que nosotros como ciudadanos comunes estamos sujetos al derecho (y mas aún, la obligación) de accionar y forzar un cambio mediante los sistemas disponibles y concertados.
Atqui, e lotio est
Hace un par de días se filtraron emails (cuya veracidad fue comprobada de manera independiente por varias personas que aparecen allí mencionadas) del previamente mencionado fundador de Cuevana en el cual negociaba los mismos espacios de publicidad con los cual después negó ganar dinero. Lo que me produjo escozor, no fue que lo ganara, sino que mintiera tan descaradamente en una entrevista que produjo joyas como:
“Cuevana no tiene anuncios de publicidad (…) tampoco es una empresa ni puede facturar. No tiene formas de ingresos.” – Tomás Escobar
Sociedades anónimas, centrales de medios y tarjetas de debito con 18 mil dólares (y cuanto más que no sabemos!). Me quede sin palabras casi tan rápido como el resto de los que leyeron los emails el sábado al mediodía. No voy a atacarlo personalmente, no tengo ganas, ni tiempo. Pero espero que ayude a entender la naturaleza individual del sistema.
Es un negocio, de un lado y otro. Nadie esta libre de culpa. Hasta las terceras partes que aprovechan y manipulan al sistema de un lado y de otro para ganar. Porque eso es lo que hacemos todos, jamás sin intención, jamás sin una agenda. Es el dinero lo que mantiene el sistema a flote y eso viene de algún lado. Usualmente son los usuarios así que espero que no se termine de jugar con quienes depositaron su confianza en Cuevana en pos de entretenerse. No se olviden que sus emails, hábitos de consumo y hasta comportamiento en el sitio esta en manos de gente que al desdoblarse se desdibuja.
Espero que lo que esta en la justicia se termine de resolver en la justicia. La interpretación legal se la dejo al juez y a los abogados que estoy seguro van a tener algo para decir mediante una apelación al primer fallo.
A Tomás, en lo personal, un consejo que Jorge Luis Borges expresa infinitamente mejor de lo que yo podría.
“Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos.”
Aut viam inveniam aut faciam
Al resto, los dejo con una idea. En vez de buscar cortocircuitar el sistema porque no buscar sus puntos débiles y explotarlos con una idea que revolucione la distribución y consumición de la cultura. Fomenten esa cultura que quiere libre, pero no gratuita. No por avaricia sino por supervivencia. Busquen mejores maneras de consumir el contenido “independiente” que esta ahí afuera. Apoyen a su banda favorita, vayan a Kickstarter y miren con otros ojos a la hora de hacerlo.
Aprendan a ser sinceros con ustedes mismos y a apoyar lo que los hace felices mientras van a la oficina con cara de culo. Esa canción o esa película que vieron anoche. Porque no todo viene de Hollywood, pero en la pelea cuesta arriba embolsamos a todos por igual. No apoyo a ningún estudio ni discográfica. Quiero apoyar a los artistas, mi banda favorita produjo su álbum en Kickstarter. Y soy el tipo mas orgulloso del mundo al haber podido ayudarlos a hacerme feliz, es sinergía pura.
Yo tengo un blog en el cual armo y comparto playlists que se bajan como mp3′s. Estoy en clara violación de la ley en Estados Unidos (donde vivo y están los servidores), busco compartir música que me gusta con un grupo de personas con intereses afines. Todo armado para responder ante el primer poseedor de copyright que no quiera que su música sea compartida de esa manera. Lo hice antes, y lo voy a volver a hacer todas las veces que sean necesarias. Compro todas las canciones que subo, jamas hubo publicidad en el sitio e invierto mi tiempo y dinero en que funcione. Sin ánimos comerciales, no gano nada ni pierdo nada. Me hace feliz.
Sería más feliz si alguien se hiciera multimillonario ayudando a producir contenido que se auto-regule con precios que varían según la demanda. Sería mas feliz aún si alguien me sorprendiera el día de mañana con un modelo de distribución real que desafíe a los que hoy existen. Esa solución tiene que venir de una región que sufre por la desconexión como Latinoamérica, somos más inteligentes que esto, donde están los entrepreneurs?
Alguien? Ya es hora.
Post escrito por Santiago Pochat que se aburrió de escribir en inglés y grita esporádicamente cosas elocuentes en Twitter como @sapochat